lunes, 6 de junio de 2011

Humberstone...

Fue maravilloso, llegamos y comenzamos rápidamente a llenarnos de tal
historia, no habia rincón que no quisieramos recorrer, aunque algunos
invitaban más que otros. Era fácil caminar por ese pueblo, caminé buscando
algún recuerdo de la infancia de mi Abuelo, ví juguetes, ví su plaza, su
teatro, su escuela, guardamos algunos nombres de sus calles, a ver si así
al llevarle tal recuerdo las traía a su memoria. El lugar es asombroso.
Me encontré con libros leídos de infancia, de esos que hablaban de tal
realidad, fue genial. Cómo contárles... El teatro, la pulpería, la confitería,
el mercado, el reloj... Para luego pasar a las máquinas. La chimenea,
las herramientas y el polvo. Nada lograba opacar el encanto del lugar, y de
la historia que el conserva. Era díficil imaginar ese pueblo lleno de vida,
y de miserias, a las casas no entramos, había algo en ellas que nos mantuvieron
por fuera. La tierra, los trenes, los sonidos antiguos que el viento provocaba,
los recordaré siempre.

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