Su reloj corporal la despierta a las seis treinta a eme,

y con los ojos hinchados parte a despertar a los niños

que duermen felices en la habitación contigua.

Estos entran al baño y ella prepara en la cocina de una

fría casa el desayuno, la leche, el pan tostado, y el jugo

natural de naranja o pomelo que se toma su amado...

Prepara las loncheras, con los sandwichs y un buen jugo

y parte a la ducha...

Me pregunto si en ese momento de ella recordará sus

tardes de princesa, o sus noches de desvelo en el que

el chico de la moto le quitaba el sueño... O quizás alguna

melodía de Sesto por quien se desvanecia...

Llega a su trabajo donde debe sonreír, pese a que hay

penas que la acompañan a diario, no saber de él en años

es probable que la acongoje, no abrazarlo también, y el

martirio de conocer la vida que lleva allá ha de superarla...

Ella soñaba con flores, mariposas y arcoiris de colores,

hoy sueña con tranquilidad, bienestar y satisfacción...

Sé que es sabia, y su mirada oculta muchos secretos,

sé que es sabia y que algún día con Amanda y André

comprenderé la magnitud de su sabiduría...

Llega a casa y calienta la comida, pone a lavar un poco

de ropa, y alimenta al par de chicos que ve por la

mañana... Si le alcanza el tiempo, acorta la distancia

y se entera de los pasos que él ha dado, pasos en falsos,

pasos inseguros, no pasos...

Parte de nuevo a ese trabajo que no sabe muy bien si le

agrada, pero por lo menos le da sustento, y la mantiene

en movimiento...

Quizás ahora extraña las tardes de comedias, y maquinas

de cocer, quizás anhela dormir la siesta, y notar

tranquilamente el atardecer...

Regresa a casa, y se asegura de que los chicos ya están

dormidos, se da un baño, y va a la cama, mira un rato

televisión, mientras el sueño la alcanza y vuelve a despertar

a las seis treinta a eme de la otra mañana...

"Ay mamita mamita, dejáme tocar tu trenza, es pelo de terciopelo,

morena la fortaleza..."